miércoles, 25 de mayo de 2011

Seis meses después

Seis meses después, una tarde de domingo, un jersey holgado, un bonito café. El café es el de siempre, el del barrio, el que hace esquina, el de los sillones gastados. Un domingo lluvioso, un libro y una libreta, un bolígrafo bic. Rincón favorito libre, nadie que me moleste, seis bonitos relojes, que marcan todos ellos las seis.

Seis minutos después, café capuchino, me lío un cigarro, me salgo a fumar.

Seis caladas después, apareces en la puerta, -perdona tienes fuego?, no me has reconocido.

Seis días después de que decidieses dejar de venir a verme, dejar de coger mis llamadas, dejar de contestar mis emails. Seis días después, ni uno más ni uno menos, me rapé la cabeza.

No me habías reconocido.

- Qué guapa estás
- Gracias
Tu abrazo.
- ¿Qué haces aquí?
- Vengo todos los domingos a las seis, cuando mi compañera de piso está con su novio, cuando mi hermana también. ¿Y tu?
- Hemos venido a pasar unos días, a ver la ciudad, ya sabes que me encanta en primavera, ya sabes que este barrio en realidad no lo puedo dejar

Seis minutos después, aparece la otra parte de ese hemos; ese hemos seis años menor. Es rubia y es alta, de pelo largo, de piernas flacas, cara de inocencia.

- Hola
(Nos conocemos de sobra. Disimulamos)
- Nos tenemos que ir.

Seis minutos después, tras seis caladas, cambiáis de café.

Seis meses después, menos mal que no tiré la maquinilla.

Seis meses después has vuelto a aparecer.

lunes, 2 de mayo de 2011

El héroe (I)

MARINA ABRAMOVIC
El héroe

Todas esas cosas que quiere hacer y que no ha hecho están ahora mismo pasando por su mente. Como los créditos al final de una película. En orden de importancia, se suceden con la misma tipografía, color blanco sobre fondo negro. La esperanza del futuro sobre lo oscuro del presente.

Así cada dos por tres. Está harta de sentirlo, en sus baños de espuma con cigarro, en sus largos paseos, en sus cafés a solas y sin libro. El tiempo no pasa tan despacio, y en lo que se consume un cigarrillo sobre el cenicero, han pasado diecisiete ideas por su cabeza. Acción - reacción. Todo es un empezar sin acabar. Millones de libros a medias, solicitudes de cursos varios; nada de colecciones, eso sí, no tuvo espacio mental para guardar cosas a las que mirar sin poder utilizar.
Hacia fuera todo era diferente. Fuerte, segura, robusta. Ni una lágrima, siempre sonrisas, siempre rodeada, y cuando solitaria, aparentemente completada. Estabilidad aparente, inestabilidad interior, y ya solo controlarlo es una hazaña que ni ella comprende. Sin intentarlo, como cuando al escribir unas líneas sale una canción. Como cuando al empezar un beso termina en calentón.

La fragilidad latente aparece en su soledad. Bandera blanca de paz.